Hablemos de… sartenes: salud, mantenimiento y buenas decisiones
Este artículo debería haber empezado por otra parte. Me hubiera gustado escribir antes sobre cómo cocinar es una gran habilidad, sobre todo si te tomas en serio tu salud y la de tu familia. Pero este post nace de una conversación reciente con un amigo, y ya sabes cómo funciona esto: cuando algo vuelve a surgir, te das cuenta de que merece ser contado.
Y es que hace un tiempo me puse serio con el tema de las sartenes.
¿Por qué me lo tomé en serio?
Porque cocinar es algo que hacemos todos los días. Y porque los materiales con los que cocinas tienen un impacto directo en tu salud. En casa nos gusta cocinar, y si vas a poner calor, aceite y comida todos los días en una superficie, más vale que esa superficie no sea peligrosa.
Por eso, consulté el tema con alguien que sabe: una veterinaria que asesora en temas de alimentación y prevención de riesgos para instituciones europeas. Sí, alguien que se toma en serio lo que va al plato.
¿Qué me recomendó?
Según ella, era lo más seguro para el día a día. Duraderas, estables, y sin riesgos de contaminación si las usas correctamente.
Me dijo también que las mejores sartenes a nivel técnico son otras, cuyo material ahora no recuerdo exactamente (creo que eran de acero o hierro especial), pero que requieren saber usarlas muy bien. Me explicó que hay un punto en el que el agua “flota” sobre la superficie en forma de gotitas, y solo entonces se deben usar. Técnicamente impecables, pero exigentes en su uso.
Y me dio tres ejemplos prácticos que te comparto aquí:
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Una sartén popular y funcional, que es la más común:
Tefal Daily Cook (Enlace patrocinado. Si compras desde aquí, me ayudas sin que a ti te cueste más.)
Cumple, aguanta, pero hay que renovarla con el tiempo. -
Una sartén más técnica, ideal para cocinar a fuego medio-bajo, con ciertos cuidados:
Sartén de hierro mineralb De Buyer (Enlace patrocinado. Si compras desde aquí, me ayudas sin que a ti te cueste más.)
Maravillosa si sabes curarla, secarla bien y cuidarla como si fuera un ser vivo. Si te da pereza, no es para ti. -
La que yo uso ahora y con la que estoy más tranquilo:
Tefal Ingenio Preference On con recubrimiento de titanio (Enlace patrocinado. Si compras desde aquí, me ayudas sin que a ti te cueste más.)
Robusta, segura, y sin tener que pensar cada vez si me estoy intoxicando con teflón dañado.
Lo que nadie te cuenta: el maltrato diario a las sartenes
No es solo cuestión de qué sartén compras, sino de cómo la usas.
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No la lleves a temperaturas altísimas. No por más fuego se cocina mejor. Solo la deterioras antes.
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Nunca le eches agua fría justo después de usarla. Sí, ese vapor es espectacular… pero lo que no ves es cómo se contrae el metal bruscamente y eso puede abombarla o incluso agrietarla.
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Déjala enfriar al aire. Unos minutos marcan la diferencia.
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Límpiala con mimo. Algunas no necesitan estropajo. Otras sí, pero no abrasivo. Y nunca en el lavavajillas si no está expresamente indicado.
Conclusión
Cuidar lo que usas en la cocina es parte de cuidar tu salud. No necesitas volverte loco, pero sí entender que no todas las sartenes son iguales, y que el mantenimiento también importa. Y si puedes evitar materiales dudosos o dañados, mejor.
Esta elección me la tomé en serio por salud. Pero si además cocinas mejor y te dura más… pues eso que te llevas.
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He preferido quitar los comentarios del blog porque se llenan de spam y bots que venden criptos… y sinceramente, prefiero que esto se mantenga limpio.